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que Han no pudo esquivar su ataque.
El golpe cayó sobre su brazo derecho, justo encima de la quemadura de desintegrador
causada por el único y apresurado disparo que el capitán Sreas había conseguido
efectuar, y que había acabado dando en un blanco equivocado. La fuerza del impacto
incrustó el hueso en la articulación del hombro, dejándole el brazo repentinamente
insensible. El siguiente puñetazo fue dirigido hacia su rostro, y Han consiguió suavizar el
impacto volviendo la cabeza. Pero aun así el golpe resultó terriblemente doloroso.
La paliza casi parecía ser una especie de experimento. Nil Spaar permaneció inmóvil y
la observó con expresión impasible, como si estuviera esperando que ocurriera algo...,
con una curiosidad casi clínica, y sin dar ninguna muestra de regocijo o satisfacción. Han
incluso llegó a preguntarse si el guardia habría visto a algún ser humano con anterioridad
e intentó fijarse en cómo y dónde era golpeado, pensando que eso podía ofrecerle alguna
pista sobre las vulnerabilidades de los yevethanos.
Su intento de observar aquel brutal castigo como si estuviera siendo administrado a
otro duró hasta que un puñetazo asestado en la cabeza dejó a Han yaciendo de costado
en el suelo y con hilillos de sangre fluyendo de su nariz y su boca. Entonces Nil Spaar dio
una seca orden al guardia, quien retrocedió inmediatamente. El virrey fue hacia Han, se
acuclilló junto a él y contempló sus lesiones con visible curiosidad. Nil Spaar extendió una
mano enguantada y sumergió las puntas de los dedos en el charquito de sangre que se
iba extendiendo junto a la cabeza de Han. El virrey se llevó el guante a la cara y agitó los
dedos ensangrentados en el aire por delante de las protuberancias óseas de su cara,
como si los estuviera olisqueando.
¿Esto es tu sangre? Parece como si tuvieras agua en las venas..., igual que todas
las alimañas dijo Nil Spaar . Sí, es como el agua... No hace que el corazón se hinche
y empiece a latir más deprisa. No alimenta a los maranas. No hace madurar el
receptáculo de nacimiento. No entiendo por qué Leia se ha entregado a ti. No entiendo
por qué no has muerto sin haberte apareado.
Después se irguió, se quitó los guantes y los dejó caer sobre las losetas.
Tar tnakara dijo, volviéndose hacia los guardias . Talbran.
Los dos guardias se arrodillaron ante el virrey y le ofrecieron su cuello.
Ko, darama murmuraron.
Cuando Nil Spaar se hubo marchado, los guardias limpiaron a Han y a la cámara,
aplicando la misma diligencia e idéntico vigor a los dos trabajos, y después se lo llevaron
para devolverlo a la celda en la que le estaban aguardando el teniente Barth y el cuerpo
del capitán Sreas.
El almirante Ackbar volvió a entrar en la sala familiar con el rostro todavía más sombrío
que cuando había salido de ella unos momentos antes. Miró a Leia, que estaba sentada
en el suelo, rodeando a Jaina con los brazos mientras le murmuraba palabras de
consuelo y esperanza, y supo que aquellas palabras jamás podrían atravesar el muro de
angustia que se había elevado alrededor del corazón de Leia.
Leia... dijo Ackbar, y carraspeó para aclararse la garganta . ¿Podría venir
conmigo, por favor? Hay algo que debe hacer, y me temo que no puede esperar.
Leia le dirigió una mirada quejumbrosa cuyo significado no podía estar más claro: «No,
por favor... Basta ya». Pero permitió que Winter se llevara a Jaina y siguió a Ackbar hasta
el patio.
¿Ha sabido algo más sobre Han? ¿Han dicho algo los yevethanos?
Ackbar meneó la cabeza y señaló el camino que llevaba hasta la entrada, donde un
mensajero esperaba inmóvil al otro lado de la verja.
Leia le lanzó una mirada de incredulidad y echó a caminar por el sendero hasta llegar
al androide de seguridad, que permanecía vigilantemente inmóvil junto a la puerta.
Princesa Leia, he sido enviado por el presidente en funciones del Consejo de
Gobierno del Senado para entregarle personalmente esta convocatoria.
Leia alargó la mano y aceptó el sobre que le ofrecía. Mientras lo tomaba, vio a Behn-
kihl-nahm aguardando en silencio a un par de metros detrás del mensajero, medio oculto
entre las sombras.
Lo siento dijo Behn-kihl-nahm, dando un paso hacia adelante . No he podido
hacer nada para impedirlo.
Deja entrar a Bennie dijo Leia, volviéndose hacia el androide y retrocediendo para
hacerle sitio en el camino . ¿Quién? ¿Quién ha podido ser capaz de hacerme esto
ahora?
El rostro de Behn-kihl-nahm se frunció en una mueca de indecisión, como si no quisiera
responder a esa pregunta.
La convocatoria ha sido solicitada por Beruss.
El viejo amigo de Bail Organa, y el segundo mejor aliado de Leia después de Bennie...
El nombre cayó sobre ella con el impacto de un puñetazo e hizo que se tambaleara.
¿Por qué? preguntó con voz quejumbrosa.
Doman opina que ha llegado el momento de que alguien que no esté involucrado de
una manera tan personal en todo este asunto empiece a tomar las decisiones dijo
Behn-kihl-nahm con dulzura . Espera que lo comprendas y que sepas aceptarlo. Teme
que puedas actuar... de una manera excesivamente precipitada.
Así que teme que pueda actuar de una manera excesivamente precipitada, ¿verdad?
Su carcajada estaba teñida de amargura . Oh, qué bien me conoce... Nada me
gustaría más que enviar a la Quinta Flota para que borrara a los yevethanos de la
superficie de N'zoth. Pero ¿cómo puedo hacerlo? ¿Acaso puedo hacer algo, Bennie?
preguntó, y su voz suplicaba una respuesta . Los yevethanos tienen a mi esposo. El
padre de mis hijos está en manos de Nil Spaar.
FIN
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