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diré, e decir lo ha a vos.» Dijo el rey: «Tú eres mío fiel, e yo
pagado só de tu consejo, e creer te he de lo que me dijeres.
Pues vete para los elefantes, e diles de mi parte lo que
quisieres, e faz tu seso. E sey blando e manso, quel buen
mandadero ablanda er corazón si mansamente fabla.» Et
fuese la liebre una noche en que facía lunar, fasta que llegó a
do eran los elefantes. E non quiso llegar a ellos por que la
non pisasen con los pies, e subióse encima de un monte muy
alto. E llamó al rey de los elefantes por su nombre, et díjole:
«La luna me envió para vos, e el mandadero non debe ser
culpado maguer que departa palabas bravas.»
«Dijo el rey de los elefantes: «¿Qué es la mandadería que
me traes?» Dijo: «Dice vos la luna que quien conosce cuánta
mejoría ha en su fuerza sobre los flacos, e se engañan por
esto los fuertes, su fuerza es cobardez e mala andancia contra
sí. Et porque sabedes cuánta mejoría ha la fuerza que habedes
sobre las otras bestias, fuestes atrevidos contra mí, e venistes
a la fuente que le dicen el mi nombre, e tomastes mi agua e
bebistes la, vos e vuestras compañas. Yo vos defiendo que
non vengades y más, e si non, yo vos cegaré e vos mataré. E
si habedes dubda desto que vos envío decir, id a la fuente, e
ahí fallaredes que yo seré convusco luego.»
«E maravillóse el rey de los elefantes de lo que le decía la
liebre, et fuese con ella para la fuente, e vido la luz de la luna
en el agua. Dijo la liebre: «Tomad del agua con vuestra
manga e lavad vuestro rostro, e adorad la luna e pedid le
merced que vos perdone.» Et cuando tomó del agua con su
manga, movióse el agua e semejóle que tremía la luna, e dijo
el elefante a la liebre: «¿Qué ha la luna? ¡Si se ensañó contra
mí porque metí la manga en el agua!» Dijo la liebre: «Así es
como vos decides.» E repentióse el elefante de lo que ficiera
e enclinóse a ella, e echó se en preses, e fízole pleito e
homenaje que nunca tornaría más en aquel lugar él nin los
otros elefantes.
Dijo el cuervo: «E de más de cuanto vos he dicho del
búho, es por natura falso e engañoso e terrero, e el peor rey sí
es el engañoso; e quien apodera al engañoso, acaescer le ha lo
que acaesció a la gineta e a la liebre que ficieron su alcalld al
gato religioso ayunador.» Dijeron las aves: «¿E cómo fue
eso?»
La gineta,
«Dijo el cuervo: «Yo había una gineta por vecina en una
la liebre y
cueva cerca de un árbol do había mi nido, e veíamonos
el gato
muchas veces, e fuemos vecinos grand tiempo. Desí perdíla,
religioso
e non sope dónde se fuera, e cuidé que era muerta. E vino una
liebre a la cueva de la gineta, non sabiendo qué se ficiera, et
moró ahí la liebre un tiempo. Et después tornóse la gineta a
su lugar e falló y la liebre, e dijo: «Este lugar mío es, pues
múdate ende.» Dijo la liebre: «Yo só tenedor del lugar;
prueba lo que dices e demándame por derecho.» Dijo la
gineta: «El logar es mío, e desto he pruebas.» Dijo la liebre:
«Menester habemos
.» Dijo la
alcalld
gineta: «Cerca está
el alcalld de nos.
«Dijo la liebre:
«¿Dó es?» Dijo la
gineta: «Aquí cerca
deste río hay un
gato religioso.
Vayamos nos para
él, que es homne
que face oración e
non face mal a
ninguna bestia nin
l
come á fueras
yerba.» Dijo la
liebre: «Pláceme.»
«E fuese la liebre con la gineta, e seguílos yo por ver qué
les judgaría. Cuando el gato vido la liebre e la gineta asomar
de alueñe, paróse en pie a orar; e maravillóse la liebre de lo
que vido de su bondad e de su homildad, e llegáronse cerca
dél, et non mucho de guisa que les non pudiese facer mal.
Díjoles el gato: «Yo soy muy viejo e non oyo bien. Llegad
vos a mí e oiré lo que decides, que non oyo, nin veo bien.»
Llegáronse a él e dijeron otra vez su razón. Dijo el gato:
«Entendido he lo que dejistes, e quiero vos consejar
lealmente ante; et mando vos que non demandés si non
verdat, ca el que demanda verdat barata bien e va adelante,
maguer que sea juicio contra él. Et el homne bueno non ha
deste mundo ninguna cosa nin ningund poder nin ningund
amigo, si non las buenas obras e non más. Et el homne
entendido debe demandar la cosa que ha de turar e que le
torne en pro del otro mundo. E que desprecie todo lo ál, ca el
homne de buen seso por tal ha el haber como el caedizo que
cae en el ojo, et las mugeres ajenas como las víboras, et lo
que quiere para sí, quiere para los otros homnes. E non cesó
de les pedricar e de se llegar a ellos e asolazarse con ellos,
fasta que saltó en ellos ambos e los mató.
«Et los búhos han en sí todas tachas malas, e lo más que
reina en ellos es traición e falsedad; pues non querades facer
lo reinar.» Las aves dejáronse de aquel consejo que habían
acordado, e oyeron e rescibieron lo que les dijo el cuervo, e
non ficieron rey al búho que era elegido para lo ser. Dijo el
búho al cuervo: «¡Cómo te has homiciado comigo muy mal, e
non sé por qué razón! E sepas quel azadón corta el árbol, e
renasce; e el espada taja la carne e quebranta el hueso, e
sobresana e suéldase; et la llaga de la lengua nunca sana. E
todo mal se puede amatar, ca el agua mata el fuego, et al
tósigo válele el atriaca, e al dolorido válele el conorte, e al
enamorado válele el departimiento, e la enemistad siempre
arde en el corazón. Et tal enemistad es puesta entre vos los
cuervos e nos, que nunca haberá fin mientra el mundo
durare.»
«Et fuese el búho muy sañudo. Desí repintióse el cuervo
por lo que le dijera además, e dijo: «Loco fuí en decir lo que
dije, et non era yo el ave que más debía trabajarse en pleito
del rey de las aves. Et por aventura otras aves vieron lo que
yo vi, e sopieron lo que yo sope, e dejáronse de lo mostrar
con miedo de lo que yo non temí, e parando mientes en lo
que yo non paré, ca el homne entendido, maguer que se fíe
por su fuerza e por su valentía e por su seso, non debe ganar
enemistad afeuciándose en su seso e en su fuerza, así como el
homne, maguer tenga la triaca e las melecinas, non debe
beber la vedegambre a fucia dellas, ca la bondad es dicha de
los que bien facen, e non de los que bien dicen; ca el que face
el fecho, si le menguare el dicho, mostrar se ha su bondad a
la prueba, e el que dice, maguer que bien diga, non gelo
alaban si non le cumple con el fecho. Et yo fuí loco en
atreverme a fablar en tan alta cosa non me consejando con
ninguno, et yo sé que el que demanda consejo a los sesudos e
a los homnes que sabe que lo desengañarán, fállase ende
bien, e non puede errar, e loa su cima de su facienda. ¡Ay!
¿Cómo pudiera yo escusar esto que hoy gané, e esta tristeza
en que só entrado?»
«Et aquesta, señor, es la razón por que se levantó
enemistad entre nos e los búhos.» Dijo el rey: «Ya entendí
esto, mas piensa en lo que nos es menester agora del acuerdo
en que somos.» Dijo el cuervo: «Ya sabes mi acuerdo en la
lid cuál es e cómo la aborrezco; mas cuido que por arte
podremos haber folgura desta laceria en que somos, ca
mucho aína puede homne haber por arte lo que non puede
haber por fuerza, así como ficieron los tres homnes que
engañaron al religioso cuando le llevaron el ciervo que traía.
Dijo el rey: «¿E cómo fue eso?»
El
Dijo el cuervo: «Dicen que un religioso compró un ciervo
religioso y
para facer sacrificio, e llevólo consigo por una cuerda. E
los tres
viéronlo tres homnes engañosos, e consejáronse entre sí
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